Dibujo de Juan Salvador
La piedra filosofal agropecuaria que convierte el trigo en oro es la comercialización. Su mantra, que hay que añadir valor al producto. Cadena de valor son las palabras mágicas, aunque en realidad solo es una herramienta de análisis de los eslabones desde la producción hasta la venta al consumidor. El objetivo es conseguir que una mayor parte del valor recaiga en la producción a costa de la distribución.
Un artículo de Vidal Maté en El País cuenta que Bruselas ha formado un grupo de expertos de la leche para averiguar qué pueden hacer con la caída de precios de los productos lácteos. ¿Qué propone Bruselas para los ganaderos, y por extensión al resto de los agricultores? Que sean eficientes, competitivos e innovadores.
El reglamento todavía está por desarrollar, y esto será lo que pruebe si realmente son unos expertos de la leche o no. Porque estos expertos aparentemente son mejores predicando que dando trigo -o comprándolo, que es lo que esperan los agricultores de la UE. Porque aquellos cuyos rendimientos sean menores, ¿qué van a hacer? Y la gran mayoría que produce cualquier materia prima indiferenciada -un huevo se parece a otro huevo-, ¿va a poder transformarla en un producto terminado? ¿Saben estos expertos de la leche la inversión que se necesita para introducir un producto terminado en la estantería de un súper? Para ser innovadores, ¿saben cuántos cientos de miles de euros lleva desarrollar un yogurt realmente nuevo?
Hasta ahora, es poco lo que los agricultores se han beneficiado de las subidas de precio. Los expertos hablan de la posibilidad de concertar precios. Este problema no es europeo: afecta a todo el mundo.Las organizaciones interprofesionales serían las encargadas de hacerlo. En África francófona, existen desde hace años, y se llaman interprofessions. Su éxito, de acuerdo con este estudio de inter-reseaux, varía según los casos. Pero, ¿es realista pensar en que es posible?
Seguramente soy cansino de tanto insistir en que conozcamos los fundamentos de la agricultura: que el precio varía con la cantidad de oferta, que la demanda varía menos en relación con el precio, que por eso se producen excedentes cuando la demanda no alcanza a comerse la oferta, que el producto está poco diferenciado, y por eso se compra el que sea más barato esté donde esté, y que quien determina los precios es quien tiene los rendimientos más altos. Que la falacia de la composición nos dice que lo que es posible para algunos no lo es necesariamente para todos.
Si se acuerdan precios, ¿Cómo van a resolver el problema de los excedentes? Si la empresa acuerda con el productor «te pago por tu producto 10 euros, y me entregas 100 Kg», ¿Qué van a hacer con los excedentes si se producen 120 Kg? La contrapartida son las cuotas: produce sólo 100, no 120. Pero manejar esto es caro: o dejas agricultores fuera, o dejas productos fuera, que hay que manejar (y no mandar a los países pobres para que se arruinen otros). Si se acuerdan precios, hace falta negociación colectiva. ¿Se podrá dar el mismo precio a quienes tienen rendimientos y ubicaciones distintos? En África el «pan-territorial pricing» fracasó hace tiempo.
Resume Vidal Maté: Las salidas para mejorar las rentas pasan por esa nueva política de contratos y pactos, por una mayor vertebración en origen y un mayor peso de las organizaciones interprofesionales, como defiende Bruselas. Pero, igualmente, requieren salidas desde la propia producción agraria con más eficiencia, más innovación, mayor especialización, una calidad diferenciada para sus productos, junto a un etiquetado correcto y un mayor control por parte de las autoridades frente a productos importados más baratos.
Lo primero son los tópicos: pactos, vertebración, organización… seguidos de más tópicos: eficiencia, innovación, especialización. Luego viene la única frase que puede convertir los tópicos en realidad, el corolario a las leyes agrícolas eternas, que no se había mencionado hasta ahora: el control de las autoridades frente a productos importados más baratos.
Temblad, pobres agricultores del tercer mundo, el proteccionismo, y la amenaza del dúmping, siguen aquí.