La saturación de necesidades produce excedentes. Dibujo J.S. Aguilar

No es una llamada a las barricadas. No se trata de Engels, el revolucionario, sino de Engel, el estadístico. En el artículo sobre la Ley de King-Davenant empezábamos a hablar de por qué la agricultura es distinta de la industria y los servicios. La ley de Engel es el segundo paso para explicarlo (esto lo escribí hace algunos años aquí. Me cito por la pereza de escribirlo de nuevo):

A medida que la renta per cápita se eleva, desciende el porcentaje de gasto total que se destina al consumo de productos alimenticios. En términos económicos se formula diciendo que la elasticidad de la demanda es menor que la unidad. La rigidez de la demanda, que viene dada por la temprana saturación de las necesidades, tiende a producir excedentes de producción y por consiguiente bajadas bruscas de precio.

En un lenguaje un poco más llano, significa que cuando tenemos más dinero no lo gastamos en comida, sino en ipods, coches y pisos. Entre otras cosas, porque nuestra capacidad de comer tiene un límite, y si somos más ricos, comemos cosas más caras, pero tres veces al día, no seis. Esto significa que la agricultura ocupará cada vez un porcentaje menor de la riqueza nacional. Donde ha sido posible reducir el tamaño del sector (al tres o al cinco por ciento), se ha podido mantener la renta. Pero en los países que no han podido reducir la cantidad de gente que vive del campo (algo con lo que muchos localistas y luditas no suelen estar de acuerdo), los campesinos han tenido que repartirse un pastel cada vez más pequeño (porque el pastel que crecía era el de industria y servicios).

Esto, en los cincuenta, tuvo una consecuencia relacionada con la política económica: la teoría de la dependencia y la sustitución de importaciones, que se originó a partir de la hipótesis de Prebisch-Singer. Pero esta historia, muy interesante, ya será para otro día.

La mayor parte de la gente pobre del mundo vive de la agricultura, o sea que si entendiéramos de economía agrícola, entenderíamos mucho de la economía de los pobres.

Theodore W. Schultz, premio Nobel de Economía.

Siguiendo con los proyectos de comercialización, decíamos en este artículo que hay tres leyes que convierten a la agricultura en un sector muy distinto de la industria o los servicios: las leyes de Turgot, Engel y King. Hoy les cuento la ley de King (o ley de King-Davenant), la más antigua de ellas.

En 1699, Charles Davenant escribía en An Essay on the probable methods of making a people gainers in the ballance of trade:

«Estimamos que un déficit en la cosecha de trigo hará subir los precios por encima del precio normal, en la proporción aquí establecida: cuando la cosecha de trigo tenga un déficit de 1/10, 2/10, 3/10, 4/10 y 5/10, el precio del trigo subirá respectivamente 3/10, 8/10, 28/10 y 45/10».

Es decir, el precio del trigo, cuando hay déficit,  sube mucho más que el porcentaje de escasez. Charles Davenant atribuía esta ley a un predecesor suyo, Gregory King, que le proporcionó los datos. .

Jevon, su libro Theory of Political Economy, de 1871,  hace un comentario de esta ley y el siguiente esquema:

Cantidad de maíz 1.0 .9 .8 .7 .6 .5
Precio 1.0 1.3 1.8 2.6 3.8 5.5

En el siglo XVIII se daban crisis de precios de la comida bastante parecidas a la que ocurrió en 2007, que contribuyó a aumentar el número de hambrientos hasta llegar a más de mil millones . La explicación tiene que ver con el concepto que se elaborá años más tarde,  la elasticidad de los precios: la demanda de trigo es inelástica, porque un aumento de su precio no hace que se consuma menos, ni una disminución hace que se consuma más. Por eso, de la misma forma que los precios suben cuando hay escasez, también bajan desproporcionadamente cuando hay excedentes. Esta es la base de la variación de precios tan brutal que enfrentan los productos agrícolas, que dejan hambrientos cuando suben, y arruinan agricultores cuando bajan. Controlarlos ha sido una preocupación de los Estados, y un pozo sin fondo para sus ministerios de hacienda. Aunque hay gastos que son tan necesarios como comer.