Durante siglos, después del Renacimento en Europa, se pensó que dominar la naturaleza era cuestión conseguir hacer cosas técnicamente difíciles. Hasta la invención de la ecología como ciencia (hay controversia en las fechas, pero como muy pronto fue en el siglo XIX) no se empezó a entender que esto de las relaciones entre seres vivos es una cosa complicada.

Ahí está la clave, en la diferencia entre lo difícil y lo complicado (hoy en día se llama complejo, queda mejor). Fabricar un transgénico es difícil, aunque cada vez menos. Entender cómo un transgénico se relacionará con su medio es comprender la complejidad, y en esto todavía estamos muy atrasados. Las transnacionales que juegan a aprendices de brujo nos venden soluciones técnicamente difíciles, pero simples, a problemas complejos. Difícilmente funcionará. La agricultura sostenible (en este caso, a través del manejo integrado de plagas), busca soluciones técnicamente más fáciles teniendo en cuenta la complejidad. Es posible que los resultados de esta última no sean espectaculares desde el comienzo, pero es probable que a medio plazo funcione mejor.

Una prueba nos llega ahora desde China: Yanhui Lu y su equipo muestran cómo el uso de algodón Bt ha producido un aumento de otra plaga, un insecto heteróptero (el Apolygus lucorum). La causa es que se usan menos insecticidas (el objetivo del algodón bt es ese, para eso lo lleva incorporado), pero el escarabajito es resistente a la toxina del Bt. Para controlarlo habría que usar otros insecticidas, pero entonces para qué queremos que el algodón sea Bt… Lo único seguro es que no hay soluciones mágicas, ni transgénicas ni de ningún tipo. La ecología nos enseña que la naturaleza está formada de muchas piezas y que se reordenan constantemente. Cuanto más amplia sea la visión que tengamos, mejor.

Astérix siempre ha sido mi fuente de cultura antigua. En este caso, es de Astérix Legionario, y tardé años en saber qué significaba (se leen cómics antes de aprender latín en el instituto). La frase original,  «Timeo Danaos et dona ferentes«, es de Virgilio: la dice Laocon, advirtiendo a los troyanos que no acepten el caballo que les regalan los griegos: «Temo a los Danaos incluso cuando nos ofrecen regalos». A los griegos a veces los llamaban Danaos, porque descendían del rey Danao, el mismo que tenía a las Danaides como cincuenta hijas. Como ven, este rey dio mucho que hablar y ya sale en este blog por dos historias distintas.

La BBC le ha dedicado un reportaje (aquí, en inglés) al programa Water Efficient Maize for Africa (WEMA). Este programa pretende conseguir una variedad de maíz resistente a la sequía, utilizando tres vías de investigación distintas, una de ellas con transgénicos. Monsanto colabora con esta última tecnología, y no va a cobrar royalties por lo que se obtenga.

En el artículo sobre el enfoque de derechos (dos más abajo que este) hablaba de cómo el informe del relator de la ONU para el derecho a la alimentación dice  que las prácticas de competencia se han regulado siempre para progeter al consumidor, casi nunca  al productor. Para mi, el principal problema de los OGM no es el posible daño a la salud (no se ha podido demostrar que exista), ni la contaminación de otras variedades (que sí se ha podido demostrar), sino que sea posible patentar la vida.

Suena tremendista, esto de patentar la vida (el tremendismo es algo frecuente en nuestro sector), me dirán, porque lo que se patenta es sólo unos genes. El problema es que se patenta una parte de un ADN que ha sido obtenido mediante selección desinteresada por parte de millones de agricultores (sobre todo mujeres, que se han encargado siempre de la selección de la semilla) y nadie les ha pagado por esto. Es como si al Quijote, Monsanto le cambiara dos párrafos de sus quinientas páginas, y te vendiera el Quijote entero como si fuera nuevo. Es posible que estos dos párrafos sean muy importantes, y que incluso cambien el final, pero las restantes cuatrocientas páginas no son suyas. Se dio un caso incluso de una empresa que patentó un frijol que se robó en México, sin hacerle ni siquiera ningún cambio.

El caso es si debemos desconfiar de Monsanto incluso cuando ofrece regalos. ¿Es, como hace miles de años, un caballo de Troya, su ofrecimiento de maíz resistente a la sequía, libre de derechos? Transgénicos públicos, tal vez. Privados, desconfiemos (Sergio habla de la diferencia entre interés público y social, aquí).

Pepe Postigo ha mandado este video sobre Monsanto (subtitulado en español, aunque al principio no lo parezca). Material para el debate sobre tecnología, agronegocio y transgénicos.

En muchos lugares de América el agronegocio se extiende expulsando a la población campesina. Esta expulsión se efectúa a veces usando la violencia o fumigando las comunidades, como ha ocurrido en Paraguay. En este caso el problema es la ausencia de estado de derecho, y la falta de catastro lo suele agravar porque los campesinos no pueden demostrar que la tierra que cultivan es suya. Pero a veces el problema no es el abuso ilegal de unos grandes propietarios sobre otros pequeños, sino un problema de tecnología, en cuyo caso tendemos a  culpar a la soja transgénica y las multinacionales por la expoliación de tierras. El tema tecnológico es viejo y ya fue estudiado por Johnston y Kilby en los años setenta, y explicado como agricultura unimodal o bimodal (en la primera conviven explotaciones de tamaño y tecnología similar, y en la segunda grandes explotaciones tecnificadas con otras muy pequeñas, generalmente menos productivas). El caso es que un modelo tecnificado (como el caso de la soja) tiende a expulsar a otro no tecnificado que debería poder competir con él, si no con el mismo producto,  al menos en capacidad de ofrecer ingresos semejantes. Pero los campesinos no pueden competir porque su productividad no alcanza y no tienen economías de escala.

Gran parte del trabajo de las ONG en América consiste en darle vueltas a la cabeza sobre cómo resistir esta expulsión. Cómo pueden convivir la pequeña y la gran agricultura, como la sojera –a la que la mayoría de gobiernos no renunciarán porque son su fuente de divisas- es uno de los problemas principales. La soja no triunfa porque sea transgénica, ni transgénicos triunfan porque sean más productivos (ha salido esta publicación, Failure to Yield,  de la Union of Concerned Scientists, demostrando entre otras cosas que no son la panacea del rendimiento). Esto debemos reconocerlo porque si no lo hacemos nos estamos equivocando de enemigo. Lo que triunfa es un sistema mecanizado bien organizado. Los mismos sojeros que se dedican a producir aceite para biodiésel exponen en esta web las razones por las que les va tan bien. Entre otras, son:

  • Una cadena productiva bien estructurada.
  • Tecnología bien definida y moderna, una red de investigación agrícola capaz de solucionar cualquier problema que surja en el cultivo.
  • Un retorno de la inversión rápido porque el ciclo es corto, de cuatro o cinco meses.
  • Una gran demanda mundial con sólo cuatro países como grandes exportadores.

La lucha no es contra los transgénicos. Si no existieran, el problema continuaría. El problema es la mecanización y alta productividad de unos, y la falta de mecanización y baja productividad de los otros. En un interesante artículo de Connor y Cantero  se muestra qué tendrían que ofrecer las ONG que ayudan a enfrentar este problema. La solución es realista, pero no todas están dispuestas a asumirla por motivos ideológicos. El artículo se encuentra en este libro de Intermón Oxfam, Derecho que no se defiende, derecho que se pierde:

Derecho que no se defiende, derecho que se pierde

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