La agencia IPS, en su sección «Voces», habla de estas reflexiones llevadas a cabo por la cátedra Antonio Gramsci:

“¿Quién cree en una Revolución bucólica? ¿Quién cree en un Socialismo de perezosos? Sin embargo, la pereza no es la vagancia o al menos no tiene que serla”, asegura un texto que, desde un sector de la sociedad civil en Cuba, reivindica el “derecho a la pereza”.
“Debemos conocer el valor del trabajo para decirnos revolucionarios y más aún para llamarnos marxistas, pero también es cierto que debemos reverenciar la pereza, al menos la roja pereza, sería un estado del alma y del cuerpo que se podría mantener en todo momento, hasta mientras se trabaje”, asegura el documento.
Publicado como una sección fija en un sitio web de la Cátedra de Estudios Antonio Gramsci, el texto considera que “el trabajo o cualquier actividad revolucionaria que se realice fuera de este principio estaría muy cerca de la esclavitud de los sentidos y de la enajenación de la imaginación”
La propuesta del sitio web “Revolución bolchevique. Historia de la URSS y Cuba”, que propone un análisis crítico socialista desde el siglo XXI, añade que no “debe pensarse en el socialismo si no pensamos en la felicidad y en el disfrute, que no en la destrucción de la naturaleza y en el despilfarro inhumano”.
Así, resalta, “el derecho a la pereza es el derecho al amor y a tener muchos lugares donde hacer y dar amor. Es el derecho a comer y beber, a reír, a hablar, a bailar, pintar, cantar o a ver bailar, ver pintar y oír cantar”.
La cátedra, del Instituto Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello, impulsa un trabajo sistemático de análisis del sistema socialista y su desarrollo en la isla. (2009)

Mi comentario: quien ha estado en Cuba puede pensar que reivindicar el derecho a la pereza es innecesario, y que éste está suficientemente interiorizado por el pueblo cubano. Quizá este argumento podría ser necesario en China o Vietnam, donde la pereza tiene fama de no existir, pero en Cuba…(donde creo que se inventó la frase «ellos hacen como que nos pagan, y nosotros hacemos como que trabajamos»).
Uno de los grandes problemas de Cuba es la falta de utilización real de su mano de obra para levantar la economía. Hay gente capacitada, hay necesidades, pero la iniciativa está ahogada por el miedo a que surjan desigualdades. Económicamente no es razonable, y las cifras de su crecimiento económico (o más bien de su carencia) lo demuestran.