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¿Dónde pongo esto? Dibujo de Juan Salvador Aguilar

Tal como les prometí en la entrada Shakespeare y la agroindustria, les presento el artículo que Daniel Start escribió en el que ya les dije que me parecía el mejor trabajo del Overseas Development Institute, Rethinking Rural Development. Por desgracia es de pago, pero para quien se anime, este es el enlace. Habla de la economía rural no agrícola, es decir, de otras cosas además de la agroindustria, pero hay ciertos elementos en común que son los que nos interesan:

Hay varios estadíos en los que es posible instalar agroindustrias. Cuando una región está poco desarrollada, y las infraestructuras son pobres, es posible instalar algunos tipos de agroindustria que pueden vivir de los mercados locales, si no son demasiado pequeños. Pero puede llegar un momento en el que las comunicaciones de la región mejoran y entonces las agroindustrias se enfrentan a la competencia de otros mercados, que llegan a la zona gracias a las mejores infraestructuras. En este caso, se puede considerar que la agroindustria es víctima de su propio éxito.

Si hacer fuera tan fácil
como saber qué hacer,
las ermitas serían
grandes templos
y palacios de príncipe
las cabañas del pobre.

William Shakespeare,
El Mercader de Venecia, acto 1, escena 2.

Hay veces que no hay que recurrir a economistas para describir algunas dificultades con las que nos encontramos en los proyectos. Transformar la producción agrícola –agregarle valor- es una acción que está en casi todos los planes de desarrollo rural. Sin embargo, saber que hay que hacerlo es muy distinto de saber hacerlo.
Ejecutar proyectos agroindustriales requiere un grado de conocimiento del que muchas veces carecemos. Cientos de proyectos agroindustriales se llevan a cabo sin tomar las mínimas precauciones. Aquí están algunas de las que convendría tener en cuenta:

  1. No suele ser una buena idea transformar un producto sólo porque disponemos de la material prima en grandes cantidades. Es decir, como tengo tomates, los meto en una lata. Debe ser la demanda de tomates en lata la que nos induzca a establecer la agroindustria.
  2. Debemos hacer un estudio de viabilidad antes de empezar: un estudio de mercado para conocer cuánta demanda de qué tipo de productos habrá, calcular las dimensiones de la fábrica, los ingresos y costos de producción, un estado de resultados proyectado a cuatro o cinco años, y un flujo de caja para un año.
  3. Es imprescindible incluir en el presupuesto el capital de trabajo. Sin éste, la empresa no puede comprar la materia prima. Es un error presente en muchos proyectos.
  4. La mayor parte de conocimientos necesarios para establecer una agroindustria se puede encontrar en un solo libro, que merece la pena comprar si vamos a dedicarnos a esto. Es Agroindustrial Project Analysis, de James E. Austin (sólo se puede comprar en versión electrónica y en inglés, por 30$). La lista de comprobación que nos permitirá saber si podemos poner la agroindustria es lo mejor del libro.

Hay muchas cosas más que se pueden decir sobre las agroindustrias. Pronto en sus pantallas:

  • La falacia de la composición o el problema de la suma.
  • Auge y caída de la agroindustria según Daniel Start.