Shakespeare & Co

Shakespeare & Co

Aviso: este artículo contiene niveles altos de postureo en el primer párrafo. Recomiendo a los alérgicos pasar directamente al segundo.

Paseando por París este otoño con Guida nos detuvimos como solemos hacer en la librería Shakespeare and Co., donde encontré un libro que me llamó la atención, gracias a aquello que antes se llamaba potra, y ahora serendipity. Era una primera edición de un libro de Artur Koestler, The Yogi and the Comissar. De Koestler me sonaba el nombre, pero no había leído nada. Después de repasar la wikipedia y perdonarle sus delirios paranormales de los últimos años, achacables a la vejez, vi que tuvo una trayectoria periodística muy interesante.

En el libro encontré razones escritas en 1944 contra el estalinismo, pero que son aplicables a una de mis grandes preocupaciones: por qué un sector de la izquierda, muy presente en el sector de la cooperación, es tan incapaz de revisar sus fundamentos, cuando siendo heredera de la ilustración (una de las frases memorables del general Franco fue que la suya era una lucha contra «La Enciclopedia»), debería tener bien desarrollada esta capacidad. ¿Dónde se ve esta falta de autocrítica?  Hablando en plata, de tener demasiada seguridad en lo que se cree.

Koestler le llama el Creyente (the true Believer) o el Fanático (addict). En su caso, explica por qué una parte de la izquierda (digamos Sartre, no Camus) se negaba a ver los crímenes del estalinismo. Ahora hagamos el ejercicio de pensar en aquellos que defienden otras posturas maximalistas (que pueden considerarse de izquierdas o no, no es este el punto), es decir, aquellos que ven el mundo en blanco y negro: los que no pueden pensar que un transgénico puede ser bueno porque existe Monsanto, que todos los medicamentos son malos porque las farmacéuticas nos quieren envenenar, que el Banco Mundial y la OCDE no pueden hacer informes buenos e interesantes porque promueven malas políticas (¿todas son malas?).

He aquí algunas frases interesantes:

«the true Believer (…) is, as a rule, happier and more balanced than the Atheist (…). «Deep-rooted, archetypal beliefs lead only to a neurosis when doubt provokes a conflict»

Es decir, el creyente es más feliz. Si tiene estas creencias profundas, basadas en arquetipos (el que me preocupa es el de la Arcadia), sólo se producen problemas si hay dudas. La solución para evitar la neurosis es evitar la duda. Existen los mecanismos, que consisten en no hablar con los que tienen opiniones contrarias, o al menos no escucharles. También se desarrolla un pseudo-razonamiento capaz de retorcer los argumentos para negar hechos evidentes.

Y uno de los párrafos más interesantes:

«The opponent [el que discute con el fanático]  has still other difficulties to contend with. He is embarrased by undesirable allies, by approval of the reactionary camp». Es decir, lo peor que te puede pasar es coincidir en algo con los malvados: si el banco mundial dice algo bueno, y tú estás de acuerdo, esto te descalifica por completo, porque pasas a ser uno de ellos.

Y entonces, Koestler dice esto que me ha tocado sentir muchas veces: «They [los reaccionarios] were proved rigth with all their wrong reasons, and in his heart he is with the addict who is wrong for the right reasons«. La diferencia, que el fanático no ve, es que nuestra simpatía continuará en el bando, no que tiene los mejores argumentos, porque no los tiene, sino que tiene la buena voluntad. Aunque sea con los argumentos equivocados. Por eso seguimos discutiendo cómo hacer mejor las cosas, algunas veces con santa paciencia.